Guillermo y su difunta esposa, Nina Stewar, abrieron las puertas de su kiosko solidario, hace 8 años, un espacio nacido del corazón y sostenido con esfuerzo, que ofrece cada día un desayuno caliente, un plato de almuerzo y ropa de abrigo a quienes viven en situación de calle.

Hace ocho años, el matrimonio decidió poner en marcha esta iniciativa en la esquina de Venezuela y Sargento Gauto, en Asunción, con el propósito de asistir a personas en situación vulnerable. Con el paso del tiempo, el gesto se transformó en un compromiso diario que crece gracias a las donaciones de vecinos, restaurantes y ciudadanos solidarios.

Actualmente, cerca de 70 personas acuden cada día al lugar, muchas de ellas provenientes del refugio Mburicaó, donde permanecen damnificados por la última crecida. Entre quienes llegan, hay madres con bebés en brazos, adultos mayores y trabajadores informales que buscan un plato de comida o simplemente un poco de calor humano.

Además de los alimentos, el kiosko también ofrece abrigos donados. Las prendas son colgadas a la vista, para que cualquiera que pase y las necesite pueda llevarse una sin necesidad de pedir permiso.

El kiosko solidario es un ejemplo de empatía activa y una muestra de cómo los gestos simples pueden generar un impacto real en tiempos difíciles.